Desde GARÚA hemos comisariado la exposición sobre la evolución de la agricultura urbana madrileña, diseñada por el ilustrador @danieltornerorojo, y financiada por el Ayuntamiento de Madrid, con la complicidad de los huertos de la red de huertos que han cedido imágenes para la exposición fotográfica.
El catálogo de la exposición se encuentra disponible: AQUÍ
«Agricultura» y «ciudad» hoy nos parecen dos palabras contradictorias, pero históricamente los asentamientos humanos se construyeron cerca de donde el agua y la tierra de cultivo eran accesibles. El surgimiento de la ciudad industrial alimentó una ficticia independencia respecto al suministro de alimentos, la producción local y la disponibilidad estacional, lo que acabó por fomentar el progresivo distanciamiento físico y simbólico de los espacios y culturas agrícolas.
Madrid enterró esas raíces bajo el asfalto e intentó borrar su pasado campesino en nombre de la modernidad. Sin embargo, todos los años las fiestas de San Isidro nos recuerdan que tenemos a un hortelano como patrono de la ciudad. Esta exposición nos muestra que la agricultura nunca abandonó del todo Madrid, nos cuenta en imágenes una historia arrinconada en sus riberas, arrabales y solares.
Un hilo invisible conecta a lo largo del tiempo los principales episodios en los que comunidades locales y movimientos sociales sembraron en los márgenes de la historia oficial. Del pasado agrario a los huertos obreros, de la Ciudad Lineal a la agricultura de emergencia durante la Guerra Civil, de los huertos familiares que promovió la Falange a los cultivos de autoconsumo en las barriadas de chabolas, de los huertos en precario durante la transición a los huertos comunitarios, de los huertos escolares de la Institución Libre de Enseñanza a los Movimientos de Renovación Pedagógica.
Tras el impulso dado por los movimientos vecinales y ecologistas en los últimos años, los huertos se han ganado el corazón de la ciudad, se han consolidado en el paisaje urbano y han pasado a formar parte de las políticas públicas municipales. Sembrar en la ciudad ha adquirido un importante poder simbólico como metáfora de la creatividad social, de la capacidad ciudadana para devolver el valor de uso a espacios abandonados, del cuidado de la naturaleza en la ciudad y de la necesidad de construir sistemas alimentarios alternativos.
Un futuro marcado por la crisis ecosocial que, inevitablemente, conllevará radicales transformaciones en las ciudades: relocalizar la economía, transición energética, adaptación climática, movilidad sostenible, renaturalización, cambios en los estilos de vida… Un complejo puzle cuya resolución integrará la agricultura urbana como una pieza insustituible.